30 enero 2006

El padrino gasificado

Por: Enrikín.

Uno de los principales síntomas de que se viene el llamado de la naturaleza son los jodidos peos, existen muchos tipos, pero esto es sólo una introducción para la siguiente historia. Una de aquellas que te imaginas como empiezan, pero no sabes cómo va a terminar.

No recuerdo bien el año. Pero frecuentaba a un grupo de amigos que estábamos casi todos emparejados. Una de las amigas había sido mamá y mi polola tuvo la gran idea de ir a la clínica sin avisarme.

Era un día sábado en el que yo figuraba trabajando. Cristina, mi novia de turno, me llamó por teléfono justo cuando almorzaba un grandioso pernil con puré picante y chucrut, de esos que provocan más de algún ardor en el culo al momento de avecuarlo, sobre todo si el ají es de esos que pica la boca, la raja y la desolleja, como decía mi viejo.

-Hola amor. ¿estás ocupado?

-Sólo almuerzo, pero cuéntame. Contesté tiernamente.

-Te llamo para que nos juntemos a las tres y media en la clínica para ir a visitar a la Mariela. No te preocupes por el regalo que yo ya lo compré y me imagino que ustedes van a celebrar con Bruno en la noche.

-Ok, Cristi, nos vemos en la clínica.

Los dos viejos amigos con los que almorzaba escucharon atentamente el diálogo y cuando corté ambos soltaron una carcajada.

-Suerte que eres soltero güeón, a la hora que estás casado esa güeona te saca a patadas de acá jajaja.

Yo traté de justificarme con basura como que la amaba y extraños guañaños, mientras los dos viejos culiaos seguían riéndose y lo peor es que tenían razón.

Tras el opíparo y regado almuerzo uno de mis amigos se ofreció amablemente a llevarme hasta la clínica. En el trayecto, el pernil con puré, vino, pan, ensalada de repollo, y postre de sémola comenzaban a hacer estragos en mis intestinos.

Llegué cómo 10 minutos tarde. Cristina no tenía cara de buenos amigos, me saluda con un beso frío y rápido. Entramos hasta la maternidad, afuera estaba Bruno, el papá del vástago, junto a otros dos amigos. Mientras Cristina entró a la pieza, yo me quedo en el ritual de los abrazos y el ponerse de acuerdo para la noche.

En eso sale una de las "tías" a buscar a Bruno y él me toma del brazo para entrar a ver a su retoño. En ese momento me entra el primer retorcijón y apreté el mojón con toda mi alma.

Bruno saluda tiernamente a Mariela y se acerca a dar un beso a su crío. En eso retrocede con cara de asco.

-Pfff parece que se cagó el güeón.

-No hables así que es tu hijo. Mejor aprende a mudarlo. Y le pasan la criatura.

-Ya, tú me vas a ayudar Ricardo, vamos a sacarle la caquita a tu sobrino.

Justo en ese momento me entran más retorcijones, vuelvo a apretar la tripa del culo. Agarro un bolso que estaba en una silla, comienzo a sacar cosas que me pide Bruno. Talco, pañales, cremas, ropita pequeña, toallas húmedas.

En eso mi amigo empieza a desenvolver a esa cosa pequeña, llega al pañal, lo abre... y puuuaaaajjj... el olor era asqueroso y justo se me cae una ráfaga asquerosa de ninjas... Las otras dos "tías" salen disparadas de la pieza.

Jojo... pasé piola con ayuda de la caca de mi sobrino postizo. Ya me había empezado a caer bien el pequeñín. Es increíble cómo se puede llegar a tener esa complicidad masculina a todo nivel. En algún momento sentí que el pendejo me miraba como diciendo "el chuchesumadre", porque sabía que el hediondo era yo y no él.

Pero no todo termina ahí. En la noche nos fuimos los hombres a la casa del hermano de Bruno a celebrar con un asado, en el típico rito de celebrar el machito recién nacido de un amigo.

Habrían pasado unas tres horas, ya terminábamos de comer y seguímos con los tragos más fuertes. Con el almuerzo del día, que aún tenía en las tripas y el asao, la mierda hervía dentro de mí.

Justo cuando Bruno comienza a contar orgulloso la historia de la asquerosa cagada de su hijo yo suelto el terrible peo y todo se cagan de la risa... Bruno estaba al lado mío, de pronto se incorpora y me dice...

-Güeón... ese olor... fuiste tu culiao chancho, te aprovechaste de la inocencia de una guagua, puta el güeón... jajaja... si no fueras mi amigo... jajaja...

Ya han pasado 10 años de lo ocurrido y todavía es historia segura en los asados. Y la complicidad con mi sobrino sigue intacta, de hecho él pendejo cuando asimiló la historia cómo que tuvo más confianza y se acercó más a mi, que por cierto soy su padrino.

27 enero 2006

El baño ajeno

Por: Polakín.

¡Incómodo! Bueno, digo difícil. Una de las cosas que más evito es hacer caca en casas ajenas. O sea, voy al hecho de que no hay nada mejor que mandarse una cagaita en el hogar, en la casa, en tu water, con tus revistas, tus libros, con tu música, con tu confort, con todo lo necesario para obrar sin reproches.

Yo personalmente me he tenido que contener varias veces porque las condiciones para cagar no están dadas. Cosas como la ventilación, aislamiento sonoro y tiempo, son factores considerables.

Sólo con amistades de mucha confianza, familiares y cuestiones así me he atrevido a chantar una buena cagá, aunque por lo general son cagaditas tímidas, cagaditas de mentira. ¿Han sentido como se les cohibe el surullo?

Mala onda la hueá. Sin embargo, y para la pesadilla de todos, hay veces en que los intestinos -¿y el destino?- nos juegan en contra.

Conozco a alguien que en su juventud pasó por algo que a mi parecer es traumante. El hombre fue a almorzar a casa de los papás de su polola -o sea, ni siquiera tus ¡suegros! ¡no, no! ¡los viejos de tu polola!- y sí weón, tal como imaginai, le vino un ataque de caca de esos que te hacen decir "¡aaaah sí, que buena!" a cualquier cosa que te hablen, con tal de no perder la concentración en el esfinter, que en esos momentos pareciera tener vida propia.

Resumiendo... el hueón fue a cagar. Sí, es penca porque aunque tu no digai "ay, voy al baño" igual todos cachan que fuiste a cagar. Todos.

La cosa es que se mandó una cagá rápida pero poderosa, de esas donde tratai en lo posible de que salga más volumen de caca por segundo, haciendo presión fuerte por periodos cortos, apostando a la rapidez y arriesgando en emisión de ruido. Pues bien, hasta ahí todo bien dentro de lo que es esta peligrosa maniobra.

Luego de levantarse y limpiarse, todos nuestros miedos se materializaron cuando éste hueón tiró la cadena. Son cosas del destino, quizás de gravedad, quizá de la luna, o de temperatura, quizá algún mojón con inteligencia artificial o también pudo ser, no sé, ¿mala cuea? Cosas que pasan... lamentablemente, nada, pero nada se fue. Todo el contenido de la cagada quedó flotando ahí, dando vueltas y de algún modo riéndose de él. La angústia de ver como todo seguía ahí desafiando a la razón, paralizó a mi amigo -según me contaba él-, sintió que algo helado le presionaba el cuello, que las manos le transpiraban y que su humanidad no debía estar ahí.

Precisamente esas sensaciones de presión lo hicieron reaccionar de manera equivocada. Luego de buscar con la vista un sopapo y pensar algunas mílesimas de segundo en lo que haría, decidió... y, ¡ay señor! Decidió... tirar la cadena nuevamente ¡mientras aún nadaban de espalda los mojones!

Pasmado y en estado de shock -como quien ve el accidente de un ser querido-, vió como el agua subía y subía, amenazando con revalsarse, ¡y claro!, un par de segudos después fue testigo en vivo y en directo de como el agua salía del water del baño de la casa de los viejos de su polola, que tan amablemente lo habían invitado a comer esa tarde. El agua con caca -y pichí- salió del water, se esparció por el baño y logró atravesar los límites sagrados del baño, mojando lento pero seguro, la alfombra que existía a las afueras de la puerta. Para mala suerte, también un pedazo de mierda cayó al suelo, junto con su dignidad. Para él, el mundo se había acabado, sólo existía su problema, él y su ahueonamiento.

Ya sabiendo este desgraciado que la había cagado, ¡si claro!, la había recagado, asumió las responsabilidades ahí mismo y determinó con hombría que no podía dejar los demás restos flotando a carcajadas. Pensó entonces en destapar como sea ese agujero, así que como el más hombre de los hombres, -pero con puchero- se aguantó el asco y rápidamente se arremangó la manga -valga la puta redundancia- de la camisa y... si weón, sí. Ehm... sí. Quizás el señor Gadget hubiese sacado un brazo sopapo para tal situación, pero acá, nuestro malogrado personaje sólo contaba con su santo brazo, para destapar el desagüe, y hacer justicia.

El brazo sopapo, ¡madre mía, sirvió! El agua comenzó a bajar lentamente. Se lavó el brazo mientras ya le preguntaban desde afuera que es lo que había sucedido. Recogió con papel lo que quedó en el suelo e intentó secar un poco el agua y el pichí, salió del baño explicando la situación y de algún modo, seguía vivo, ahí parado afuera, mirando la cagá que había dejado en -repito- el baño de la casa de los viejos de su polola, que tan amablemente lo habían invitado a comer esa tarde.

No se asusten, un par de años después el muchacho se casó con aquella polola y también tuvieron una linda hija. Así que si les pasa algo como esto, -cosa que dudo- no se desmoralicen pensando que su relación ya cagó. De todos modos yo en lo personal seguiré evitando cagar en hogares ajenos, donde pesadillas como ésta pudiesen ocurrir.

Viva nuestro baño, lugar sagrado.

25 enero 2006

Comenzando La belleza de cagar


Por: Polakín y Enrikín.

Pudimos haber hablado de muchas otras cosas, (que en este momento no podría ejemplificar) pero dentro de nuestros corazones, de nuestros más íntimos sentimientos, teniamos timbrada la necesidad de honrar este suceso eterno y cotidiano, que es el de evacuar, aquella belleza en el acto de cagar.

Dentro de la etología humana está el acto biológico de ir a cagar y evacuar gases, algo que el común de los bípedos parlantes evita hablar, pero que sin embargo es muy importante a la hora de tener una vida más sana. A lo anterior se suma que ir a sentarse un rato al baño es además un acto espiritual y de encuentro con uno mismo, es algo así como el minuto de goce del espacio vital, es sin lugar a dudas, el momento físico más íntimo que tenemos. Píensalo, es lo más privado que tienes: es muy probable que alguien te vea meando, que tengas sexo y te vean sin ropa, que te miren haciendo estupideces, etcétera. Pero ¿haciendo caca? De partida, el 99,99% de la gente evitará verte cagando y tu menos querrás que alguien te vea. Ni siquiera tu vieja, ni tu conyuge, ni tu pareja, ni tu mejor amigo, ni nada!

Y así, la idea central de este blog es conversar más de eso, contar historias de aquel momento tan importante de nuestra vida. Además podemos aprender cosas interesantes.

Por ejemplo, (así como para contar algo) muchos expertos en el tema opinan que las personas con frecuencia se preocupan demasiado si no hacen una cagadita diaria, porque no hay un número regular de deposiciones diarias o semanales. La regularidad varía según las personas: para algunos puede ser normal hacer dos veces al día; para otros, sólo dos cagaditas por semana es normal.

Algunas veces las personas no toman suficiente líquido. Frecuentemente esto sucede cuando las personas no comen con regularidad, o no siguen una buena alimentación. El agua y los líquidos son importantes, porque le dan volumen a la deposición haciéndola más fácil de evacuar, facilitando su desplazamiento por nuestros intestinos, haciendo que willy sea liberado sin mucho trámite. Por otra parte, los alimentos ricos en azúcares provocan estreñimiento, o sea, que nos arruguemos en demasía, así que ojo con aquellos que le hacen chupete a los dulces, manjares y postres, porque de seguro son los que más se arrugan para "hacer".

El otro tema pelúo de nuestro aparato digestivo es el gas, más conocido como pedo o en buen chileno peo. Lo cierto es que todos lo tenemos y debemos eliminarlo de alguna manera. Normalmente los gases son eliminados por el recto o son eructados por la boca, ¿alguien no lo sabía? Estas son dos funciones necesarias del organismo que nos permiten eliminar gases. Y sí, las mujeres sí se tiran peos, y se tiran chanchos, sí!

Bien, con esta breve introducción los invitamos a hacer caca virtual contando historias entretenidas, turbias, tóxicas, jocosas, incluso románticas de este cotidiano hecho biológico.

Akgar Team!
Atte a ustedes
Polakín y Enrikín.