13 julio 2006

Un amigo

Por: Polakín.

- ¿Aló? hueón. ¡sí! En el baño hueón. ¿Podís hacerme una paletiá? ¿Ah? ¿Puta hueón podís correrte de donde estay? ¡apenas te escucho hueón! Necesito que me traigas confort al baño. En el baño hueón. Ya poh no seai maricón si no estay haciendo nada. ¿Ah? Por favor hueón, esta pelá esta hueá y no tengo como pararme. ¡Si, en serio! ¡En los baños del gimnasio! Ya chao.

Así, nuestro amigo buscaba asistencia en su compañero luego de darse cuenta en medio de una cagadita, que el rollo de papel enganchado a un costado de la cabina estaba vacío, es decir, estaba sólo el rollo.

El Toño arrastraba una diarrea desde ya hace varios días. Según sacó cuentas unos completos que se compró en el carrito afuera de la U, eran los culpables de un desorden tóxico, que ahora lo tenía en precarias condiciones. Era evidente que algo extraño había en el completo, ya que el tomate estaba picante siendo que no le echó ají. Dolores, puntadas y ganas de cagar en horarios extraños eran los síntomas.

En medio de la clase sintió el apretón estomacal, y por suerte logró resistir hasta el intermedio para acudir al baño más cercano.

Putió por todos los hueones que ocupan el papel del baño para otros fines que no son la limpieza de potos o nariz. Resultaba que como el baño está en el gimnasio, los giles van ahí después del partido, después de las pesas, después de cualquier cosa a secarse con el papel la frente, las manos, las axilas y quizás que otras huevadas.

Luego de cortar, le compré a la señora que vende confites en la calle un paquete de pañuelos desechables. Puse al tanto de la situación a mis demás compañeros que, hacían hora antes de entrar nuevamente a clases, y partimos al baño del gimnasio con muchas ganas de reírnos.

Llegamos. Al pobre hueón le tiramos agua y le gritamos de todo. Nos encaramamos en los cubículos del lado para tomarle fotos y humillarlo más. ¡Paren la hueá cabros culiaos! Y ahí le tiré el paquete de pañuelos desechables.

Esperamos que se limpiara, nos seguimos riendo y salimos. Eso si, no entramos a clases, después de eso no queríamos nada. Había partido de voleibol damas de un campeonato interuniversitario. Nos quedamos ahí, buenos puntos, energía, sudor, patas y remaches eran mejor que las clases.

N. de Polakín: Sí, volví. No creerán que había olvidado este espacio. ¡No señor! Pensaba muchísimo en este lugar. Cada vez que iba a echar una, mi mente recordaba estos escritos. Suena mamón y engrupido pero es verdad. Saludos a todos, y gracias a Enrikín por agarrarme a chuchás y motivarme más a escribir.