24 abril 2007

Así no más es la vida

Por: Enrikín y Polakín.

De lo que menos hemos escrito en nuestro bloguito, y que es parte importante de nuestra vida, es de pedorrearse. Emitir gases hediondos en lugares inesperados va incluido en nuestras dificultades de la vida ¿Quién no ha tenido que hacerse el hueón cuando se le cae un ninja silencioso y mortífero? El peo con la mamá, con la abuela, en reunión, en la micro, el peo de la mano con la polola, en el ascensor, en la oficina, en la sala de clases, el peo con el pucho y hasta incluso el peo en el comedor. Hay de todo. Los peos anónimos por ejemplo, en la noche camino al sur en el bus, en el cine, en una manifestación, en la calle, etc., etc., etc.. Un gran tema.

Recuerdo una vez que iba subiendo a un bus y sin más, al hacer el esfuerzo de poner el bolso sobre el asiento ¡pah! Se cae un ruidoso peo. De esos secos, deprimidos y con final cortante. Cresta, es una de las hueás más incómodas que te pueden pasar, sobre todo si existen personas que se percatan. Y aún más, si una de esas personas es una vieja vinagre que te mira con cara de no saber qué decirte. Claro, te ponís choro pero sería indigno echar la foca porque te tiraste un peo. -¿Qué mira señora...? ¡se me salió el peo! ¿y?- Por decir lo menos, patético.

Bueno, así como la anterior, podría contar muchas anécdotas, mías, de amigos, de amigas, de peos en el cacheteo... jojo...

Bueno, pero con la calentura no le das importancia. Además ¿se han dado cuenta que la risa es como afrodisiaca? No quiere decir que me ría y me excite, pero hay algo en esa risa cómplice que te motiva.

Cuento corto, pasaré a describir un impasse que tuvo un amigo. Claro que no creo que me quede tan chistosa como fue contada por él mismo.

Nuestro héroe, que para esta historia lo vamos a identificar como Braulio, tiene un mini bus que lo trabaja con turistas en el sur de nuestra hermosa y larga faja de tierra.

Braulio transporta turistas a los diferentes puntos de atracción del centro sur de Chile. Esta historia fue camino a la termas de Chillán. El día que tuvo el percance estaba bastante helado, por lo que se preparó un desayuno calórico: huevos con tomate, tocino y ajo, marraquetas tostadas, café con leche y se le ocurrió tomarse un vaso de juguito frío antes de salir. Así es, no hay que ser adivino para saber que fue una mezcla pedorrera.

Eran las 6:45 horas cuando llegó al hotel y tenía que estar en el lugar a las 7.00 horas. Bajó a avisar que estaba afuera y volvió a su mini bus. Puso música suave y calefacción, por lo que rápidamente empezó a dormitar.

De pronto se despierta asustado al pensar que había pasado un largo rato que se había quedado dormido. Mira su reloj y se relaja cuado observa que son las 6.55 horas. Más tranquilo abre la puerta, hace el típico gesto técnico de levantar el culito como si fuese una señorita, y suelta un hediondo y ruidoso peo, de esos que te vacían el interior, dejan la raja tibiecita y ese calor sube por tu espalda cuando estas bien abrigado de ropa. Se sintió orgulloso de haber liberado tal gas y sin escombros. Lo ventea un poco y se incorpora estirando los brazos y bostezando mientras con una mano se rasca la nuca. Estaba en eso cuando mira por el espejo retrovisor y ve que en su vehículo ya estaba lleno con los turistas brasileños que debía llevar a las termas.

Ante tal situación, Braulio dice - buenos días - y al mismo tiempo, estoicamente enciende el motor, sube un poco el volumen de la música, pone la calefacción y parte hacia su destino.

Durante el trayecto nadie habló, sólo se escuchaba la música y el ruido del minibús. Una vez en el centro de esquí se estacionó en el lugar indicado y los brasileños se bajan en completo silencio y serios. Salvo el más joven del grupo, que bajó último y con una risa burlona le dice “obrigado”, a lo que Braulio responde “de nada”, pero con culpabilidad.

Cerró sus ojos, se acomodó en el asiento, afirmó su cabeza al volante, pensó un rato y luego dice, “bueno, que chucha, así no más es la vida”. Suelta un carcajada, enciende el motor y se vuelve a Chillán.

N. del E.: Esta historia está basada en hechos reales. Los nombres y locaciones fueron cambiados para proteger a inocentes. Jojo.