18 julio 2007

Y nunca más la volví a ver

Por: Enrikín.

Hace varios años, cuando recién me iniciaba en la lides del reporteo en Santiago y no tenía los medios para vivir sólo, se me ocurrió arrendar un piso con dos amigos. Otro periodista y una diseñadora. Ya nos conocíamos de antes así que no había problemas.

Lo más interesante era que teníamos distintos horarios y además formas de vida muy similares, por lo que no había motivo para llevarnos mal. De hecho no recuerdo peleas o roces, salvo la vez que me tuve que ir del departamento, pero fue por petición de los vecinos y no de mis room mates (como diría una siútica coleguita) jojojo.

En fin, vamos a lo que nos convoca. No recuerdo si era verano u otra estación. Lo único que realmente me traía loco eran las ganas de cagar de hacía horas. Justo en el móvil que andaba pasábamos cerca del departamento, así que le dije al conductor que se desviara para pasar a depositar unos zurullos.

Ya no aguantaba, y por suerte se venía consistente y no con caldito, porque sino habría tenido que aplicar cambio de boxers y andaba apurado.

La entrada del inmueble no se veía desde la sala de estar, así que entré y me dirigí ráudamente al baño sin dejar de percatarme que ya había olor a mierda, pero no le di importancia, lo mío era cagar, y si el asiento estaba calentito me daba lo mismo.

Me senté, apliqué arrugá de frente y cayeron tres mojones de regular tamaño en menos de 7 minutos. Observé buen color, buen aroma, por lo tanto barriguita sana.

Nuestro domicilio era de esos departamentos antiguos del centro, por lo que tenía el hoy casi extinto bidé. Insisto, al igual que en otras anécdotas, no hay nada más rico que limpiarse la canaleta con un chorrito de agüita fría y jabón hipoalergénico con aroma a flores silvestres.

En fin, hasta ahí todo bien. Cuando ya salía del baño, mi compañero estaba parado en el umbral de su habitación. Lo miro riendo y le digo:

- Tsss… venías en las mismas que yo socito, cuando llegué el baño parecía zona de catástrofe, casi me desmayo, ni la morgue es tan hedionda won.

Mientras él me hacía señas yo seguía hablando de lo hediondo que había dejado el toilette. Seguía haciendo gestos como para que me calle y yo dale con que las vacas vuelan.

Cuento corto de pronto aparece la polola sonrojada detrás de él, entre molesta y avergonzada me dice:

- No molestes a Jason (así no se llamaba mi amigo), él no fue.

Obviamente no había nada más que decir. Yo me puso incómodo, me despedí y salí como alma que lleva el diablo del domicilio.

En fin, la mina estaba bastante rica y simpática, no la conocía mucho y después de esa escena, seguro que no íbamos a ser grandes amigos.

Al poco tiempo de aquel singular acontecimiento los tórtolos terminaron su relación y no supe más de la señorita que había dejado tal hedor en nuestro baño.

Pasó bastante agua bajo el río. Me cambié de trabajo, me fui a vivir sólo y perdí contacto con mis room mates.

Estaba en eso, cuando un día en un bar veo a una bella mujer de cabello corto y ojos embrujadores. Me mira y saluda tímidamente. Descolocado sólo atino a decir hola. Yo estaba en la barra del local tomando unas cervezas y conversando con amigos. Repentinamente aparece la gata y me encara.

- ¿No te acuerdas de mí verdad?

- La verdad es que no.

- Soy la ex de Jason, tu compañero de departamento.

- ¡Uh! hace años de eso, los mismo que no veo al colega. (Pa que les voy decir que no si si… me acordé de inmediato del incidente, pero fui un caballero). Estás diferente, no te habría reconocido nunca.

- Si, he tenido algunos cambios, pero ha pasado bastante tiempo también. Tu igual te vez bien.

En fin, conversamos un rato, cambiamos teléfonos y un par de días después la llamé.

Salimos durante un par de meses, hasta que un día de aquellos, en que ya me sentía en confianza, ella se levanta al baño y yo le digo riéndome: “Abre la ventana y abajo del lavamanos hay desodorante ambiental".

Ella me miró con cara de odio. Luego se vistió, se despidió fría y lejana, pero con clase. Hasta el día de hoy no la he vuelto a ver. Espero que se encuentre bien y me devuelva los dos libros que le presté.