08 noviembre 2007

Pa' la otra haga caca en su casa puh...

Enviado por: Pergenia.

Hace pocos días tuve que ir a un entierro (se murió mi padrino mal pensados) en Constitución. Un viaje relámpago para despedir a mi padrino. Como el caballero se murió un día jueves estuve todo el fin de semana por allá para regresar el domingo en la tarde a La Serena.

Bueno, como suele suceder cuando viajo trato de comer livianito para evitar tener que utilizar los molestos, antihigiénicos y hediondos baños de bus. Me acomodé en mi asiento que, dada las circunstancias, no me quedo de otra que conformarme con el pasillo. Mi compañero de viaje era un señor bigotudo, delgado, que tenía un aire al compadre Moncho.

Cuento corto, me quedé dormida un rato y, como me suele suceder cuando viajo, mi brújula se volvió loca y no tenía ni idea donde estaba… A pesar que eran las cuatro de la tarde. Me puse a leer el diario cuando sentí un ruido bastante conocido por mí. Un retorcijón sonó como si el intestino estuviera conectado a un sistema de amplificación estéreo.

Como evidentemente no era yo la del ruidito miré a mi compañero de asiento. Estaba pálido, sudaba, llegaba a tener una fascie de angustia. Le pregunté si se sentía mal, y él me respondió —mijta, sabe, parece que el almuerzo me hizo mal. Quiero ir al baño—. Ante lo cual le respondí —pregúntele al auxiliar del bus si pueden hacer una parada para que usted pueda ir a hacer caca tranquilo (siempre he sido franca, y a veces no me doy cuenta de que con esas actitudes no suelo tener mucho tacto).

Pasajero: Sabe señor…es que tengo ganas de ir al baño.

Auxiliar: Al fondo del pasillo, mano izquierda está el baño.

Pas: Si, pero es que yo no quiero hacer pichí… es lo otro...

Aux: Aaaah... Chuuuurra… sabeee… no hay parada hasta llegar al peaje. En todo caso faltan como cinco minutos para llegar hasta allá.

El pobre individuo no se podía sentar, de hecho ya estaba con las piernas cruzadas (síntoma claro que se está saliendo un alien por el culo) y a mi juicio, esos cinco minutos pal pobre señor se hicieron eternos. En ese momento ya todo el bus se había percatado de la desgracia del caballero.

El bus paró en un peaje que, dada mi brújula enloquecida sepa dios donde estaba, y el caballero se bajó. Iba saltando con las piernas cruzadas evitando que la vorágine de caca dejara su huella en ese lugar. Pero como bien dicen que lo que esta mal perfectamente puede estar peor. El señor le pidió el baño a los encargados del peaje, estos le dijeron donde estaba (pa desgracia se encontraba en la caseta de la otra vía). En su desesperación el pobre hombre no sabía que en el baño ¡¡no había papel higiénico!! (A todo esto, el bus completo presenciaba el sufrimiento del señor. Si la gente es muy morbosa, incluyéndome). Se devolvió pasando por toda la carretera dando saltitos, y el encargado del peaje tenía papel, pero de esos industriales. El pobre sujeto pescó el rollo con rapidez, se dio la vuelta y siguió dando saltitos por la carretera y el papel.

A los minutos el pobre tipo apareció por la puerta. El color de su rostro hacía juego con el semáforo en rojo. Y si bien yo pensaba que tenía poco tacto el auxiliar del bus definitivamente la cagó, le dijo:

-Caballero, pa la otra haga caca en su casa puh.

Dada esta experiencia, con mayor razón como livianito antes de viajar.