19 abril 2006

Una de baño de camping

Enviado por: Tapio.

Una vez fui a cargo de unos lobatos al cajón del Maipo a un encuentro nacional. El rollo estaba en que el sitio tenía capacidad para 700 personas y nosotros debíamos ser más menos unos 2000 peregiles. Comprenderán que si ese tipo lugares ya dan descofianza con un cupo menor a su capacidad, al ser triplicada esta suma los baños son el equivalente al de ¡Trainspotting! y diría que peor.

Dotado desde niño de una envidable digestión, tuve que hacer esfuerzos sobrehumanos para aguantar los cuatro días que duró el evento. Todo motivado por el asco.

Pero lamentablemente mis tripitas no resistieron y a última hora tuve que correr al temido lugar de los baños. Realmente ese día me cuestioné perderme en las matitas con un rollo de confort en la mano pero estaba tan urgido y desesperado que tenía que ir a la segura para no arriesgarme con una probable tremenda cagada.

Ahí lo encontré. Un baño asqueroso, oscuro, putrefacto, indescriptible hasta por el mismo Lovecraft. Simplemente horroroso.

En un acto de Yogui -ya que ni cagando me sentaba en esa porquería de taza- me contorsioné y logré hacer mis necesidades esquivando con todo mi cuerpo a cuanto fluido corporal estaba esparcido hasta por los techos. Era ridículo, ¿por qué tenía que achuntarle a la fokin taza si ninguno de los demás energúmenos lo había hecho?. La respuesta: ¡soy un puto ñoño!

La cosa es que terminé, y cuando subía los calzoncillos el relajo me hizo dar una mala maniobra y mi ropa interior rozó el borde de la embetunada y húmeda taza, quedando mi calzoncillito con la suma de los fluidos ajenos de todo el mundo. ¿Qué chucha hago ahora? me pregunté casi llorando.

¿Sacarme los pantalones y luego los calzoncillos? ¡imposible!. El agua del piso llegaba al borde de la suela de mis zapatillas. Buscaba deseperadamente un fierro donde colgarme y hacer alguna maniobra heroica pero todas las alternativas estaban empapadas de fluidos corporales o humedad, y otra mancha habría derrumbado mi moral.

¡Saquemos el calzoncillo de raiz! ¡hay que entrar a picar! Digno de McGyver corté la tela fácilmente con unas llaves y algo de paciencia, pero la maniobra funcionó hasta que me dí cuenta que estaba frente a los resistentes elásticos fabricados por calzoncillos Motta.

¡Uf! por suerte fumo desde chiquito, así que con un encendedor me puse a quemar el elástico pero no contaba con que estos al cortarse, se encogerían rápidamente para dar hirviendo contra mis piernas. Fue una escena patética de dolor y sufrimiento. Cuando me quemé por primera vez ya no quería seguir, pero el olor y la visión que tenía de ese maldito baño me hizo aguantar todos los gritos de cada elástico que se cortaba.

Así fue como me devolví a lo gringo en un bus a Santiago con la mirada perdida en la ventana y unas dolorosas ampollas en mis muslos. Prometí nunca mas volver a esa porquería de camping, donde en un baño había dejado mis resistentes y embetunados calzoncillos, y claro, algo de mi dignidad.

N. Del E.: Se hicieron algunas modificaciones de redacción al texto, pero conserva toda su esencia. Y definitivamente hay baños mucho peores a los de Trainspotting, si no pregunten a algún ex reo de la calle 14 en la ex Penitenciaría.

13 abril 2006

Ripley, aunque usted no lo crea

Enviado por: Wero.

Particularmente no soy de esas personas buenas para "obrar", pero aquel lunes fue particular. El día anterior estuve en un asado que comenzó muy temprano en la mañana con cervezas, borgoñas, picadillos, carne de vacuno, cerdito, choripán, pebre, ensaladas y un sin fín de cosas que a uno le da por guardar en la guatita, cual camello preparándose para una travesía.

El asunto es que el día lunes desayuné una lechecita no más por que me sentía aún satisfecho, agarré el tocomocho y me fui al trabajo.

Tipín 11:00 de la mañana algo comenzó un viaje sin retorno desde mis intestinos. Sin lugar a dudas era un mojón. Con normalidad me dirigí al baño de la oficina y limpiando previamente la tapita del baño tal como me enseñó mamá, me senté al trono. Como no me gusta leer mientras estoy en esos menesteres, me dediqué a escuchar como "evacuaba" y a mirar la puerta del baño. Fue entonces cuando la catástrofe se asomó. La batalla estaba dura, en realidad el duro era el mojón, yo lo empujaba, él se asomaba y volvía a entrarse. Hasta que al final invoqué al ojo de Thundera y salió disparado el mojón, rompiendo la barrera del sonido y otras cosas... ni siquiera salpicó en el water, si hubiese sido un clavadista olímpico sacaba "10".

Debo reconocer que quedé exhausto y con mi culo adolorido. Me paré del water, me limpié, miré hacia abajo y era un mojón grande, no escandaloso, pero grande. Terminé de limpiar "Cabo Cañaveral" y me preparé a tirar la cadena, ¡pero no! aún el alien no salía por completo de mi humanidad, y ahora con retorcijones y todo tuve que sentarme nuevamente al water, era el segundo mojón, igual de sufrido, igual de Highlander.

El asunto es que me paré nuevamente y me limpié y bla bla bla. Se preguntarán ustedes amigos lectores, donde está la gracia de esta weá (¿o desgracia?).

No sé si se han fijado en los baños de los mall, en donde el water no tiene estanque, sólo una palanquita que envía un feroz y abundante chorro de agua para permitir que el mojón se esfume. El asunto es que en mi trabajo el sistema del water es el mismo. Por lo tanto yo tiré la cadena con la esperanza de que los demonios abandonaran la faz de la tierra. Tiré la cadena, pero los zurullos no se iban si que no que más bien, se devolvían, esto producto de que el water en realidad estaba tapado y por lo tanto el nivel del agua del water subía y subía, junto con los mojones por supuesto. Pasó lo que tenía que pasar. El water se rebalsó, si amigos míos, el agua abandonó los límites permitidos y junto con ella también abandonaron el barco ambos mojones, quedando dispersos por el piso.

Señores, he de reconocer que no soy ningún maricón, pero en esta ocasión abandoné el baño raudamente aprovechando que no había nadie y guardé este capítulo de mi vida celosamente hasta el día de hoy. Nunca pude honrar a la persona que tuvo que limpiar el baño.

07 abril 2006

Cara a cara con El Mojón de Pilar Cox

Por: Enrikín y Polakín.

El Team Akgar, en su misión de estar presente en los temas de interés nacional, dispuso de todos sus contactos y esfuerzos periodísticos para lograr una única, exclusiva y gran entrevista.

Fuimos hasta las dependencias de la clínica de rehabilitación y desintoxicación Rayencura de Malloco y logramos compenetrar con audacia hasta el lugar de los baños.

Sin duda las dificultades fueron varias desde el principio: nos costó muchísimo hacer entender a los guardias que no veníamos a molestar a Pilar, si no que más bien sólo queríamos pasar a los baños y lograr una entrevista con uno de los zurullos de la paciente.

Lo vimos mal. El Mojón de la Pili (como con tanto cariño él mismo le dice) está cabizbajo, decaído, taciturno, melancólico y con evidentes síntomas de un mal vivir.

"Pensé en negarme a hablar con ustedes, pero creo que es necesario decir algunas cosas. Estoy cansado de que la prensa moleste a la Pili, de que hablen mal de ella, de que se metan en su vida como si esto no le pasara a la demás gente y de que la traten como bicho raro" nos confidenció un molesto pedazo de caca.

- ¿Realmente estás enojado con la prensa, con quiénes en especial?

La gente de SQP se ha portado muy mal con la Pili. No le hace bien enterarse de lo que hablan de ella en los medios. Estoy realmente enojado, no lo puedo creer. Es gente que dice ser periodista, pero si lo son, deben ser muy malos profesionales, porque no investigan, sólo hablan de rumores.

- ¿Sales muy perjudicado con el alcoholismo de Pilar?

Mucho. Con tanto alcohol y carretes los desórdenes estomacales no tardan en aparecer. La Pili por lo general anda enferma de la guata y sigue tomando.

- Y te llevas lo peor.

Claro, ahí pago el pato yo. Salgo blando y por lo general soy puro churrete. La Pili suele despertar por las mañanas y se manda esa cagada cañera matutina, donde después de tirar la cadena te das cuenta de que pareciera que pintaron con crayones el water. Salgo blando y creo que le ardo.

- ¿Y cómo te has sentido acá?

Más o menos. En la noche le dan a la Pili unas pastillas que me hacen salir morado. No sé para que son. Además ando todo el día molestando a los intestinos y tratando de salir, me siento como ahogado adentro. Debe ser porque ahora está comiendo a las horas y con una dieta rica en carbohidratos. Pero de todos modos creo que lo peor son los talleres grupales. Hay unos que los hacen después de almuerzo y la Pili tiene que andar haciendo puchero para que yo no salga de improviso.

- Pero bueno, se supone que todo esto es para mejor.

Si, a la larga, pero está recién empezando. Imagínate que la Pili llevaba harto tiempo arriba de la pelota. Como que ya me había acostumbrado a salir líquido y sin consistencia. Ahora se pasa rascando así que le debe doler cuando salgo o quizás tenga hemorroides. Es que había momentos en que yo era puro copete, ni siquiera salía un arrocito.

- ¿Cuánto tiempo van a estar en la clínica?

No lo sé, pero ya me estoy acostumbrando. Hace algunos días, me topé con el mojón de un paciente que lleva harto tiempo y me contó que fue compadre del zurullo de Elvira López. Ni te cuento las cosas que supe, si publicas eso te juro que René Naranjo va y se pone tetas.

- Pero cuenta algo...

No puedo porque prometí que iba a guardar el secreto. En todo caso me contaron que la Elvira llegó hecha mierda. No andaba arriba de la pelota en realidad estaba dentro de la pelota.

- ¿Oye y hay otros famosos acá?

No, hasta el momento soy el zurullo de mayor linaje acá y es difícil que me superen porque la Pili es realmente vip. Recuerda que fue un ícono de sensualidad en los ochentas y totalmente natural, en esos tiempos no había silicona en Chile. Su trasero era perfecto, nada que ver con esas warras tipo Mekano que están llenas de colágeno y silicona. Oye y no es que hable de enviodioso es la pura verdad. Qué Marlenes Olivarí, qué Lucianas Salazar, esas rotas no le llegan ni a los talones a la Pili.

- Se nota que la quieres...

Por supuesto, además no hay que seguir vapuleándola, hay que cuidarla, es buena niña. Otras locas como la Paulina le dan tribuna en todos lados. Yo les aseguro, como su zurullo, que la Pili es buena de adentro.

- ¿Qué piensas de los demás escándalos en los que ha estado involucrada?

¿Cuáles?

- Drogas duras, accidentes automovilísticos, lo de Javier Miranda.

Ahhh... puras tonteras no más. Son cosas que pasan. El viejo pelao ese, muy simpático será, pero se cagaba hediondo igual. Una vez antes de salir al escenario el viejo hueón se mandó un peo silencioso mientras se ordenaba el vestón. Ningún respeto con la Pili y ella lo increpó. Ahí comenzaron los problemas.

- ¿Tienes fe en que se recupere?

Sé que le costará mucho, pero sí, tengo fe. Ella ha tenido una vida difícil. Desde que se casó con su hermanastro las cosas no han andado bien. Ella era muy chica. De verdad la quiero y me gustaría que esté bien. Por ella, por sus hijos, por la familia y por mí. De verdad que es difícil todo esto.

- Te vemos comprometido con su causa.

Sí, es que la vida es así. Los mojones debemos seguir saliendo en las buenas y en las malas jejeje (sonríe emocionado). Además quiero que vuelva a ser la mujer de antes, esa que cuidaba su culito, que es por donde salgo, con cremitas y perfumes.-


Tras intercambiar algunas sonrisas y palabras de buena crianza nos despedimos felices del zurullo de Pili y tiramos la cadena. Dió un par de vueltas en el ídolo de loza y se fue...

05 abril 2006

Una historia de patas negras

Por: Enrikín.

Hace un montón de años, en un pueblito perdido en algún lugar de la extensa costa de este país había una especie de Don Juan Tenorio, pero con más pinta de patas negras, es decir, un don Juan a la chilena.

El sujeto tenía una buena pinta, hablaba bonito y manejaba un bajo perfil. Como participaba de diversos clubes sociales, siempre se las arreglaba para ponerle los cuernos a algunos viejos que le dedicaban más tiempo a los clubes y organismos sociales que a sus aburridas esposas.

El tipo tenía debilidad por mujeres mayores como ya se habrán dado cuenta mis queridos lectores.

Entre todas sus aventuras figura doña Elsa, quien siempre vestía de riguroso negro con ropas holgadas que no dejaban apreciar su hermoso y bien cuidado cuerpo. Ella se caracterizaba por ser tranquila y devota de la Virgen del Carmen.

Su marido era don Fulgencio, hijo de colonos portugueses, dueño de fundo, bueno para los negocios y conocido por su irritable temperamento. Además era un hombre bastante corpulento.

Nuestro héroe, a quien llamaremos Carlitos, así le decían su madre y hermanas, era el menor de seis hermanos y el único varón.

El jovenzuelo, que no llegaba a la treintena, trabajaba con su padre, dueño del único taller de muebles del pueblucho.

Nadie sospechaba de las andanzas de Carlitos, tenía fama de ser tranquilo y sin vicios. Además era la estrella del seleccionado de fútbol del pueblo. Todos los domingos acompañaba a su familia a la iglesia. En pocas palabras un ejemplo de ciudadano.

Don Fulgencio vivía en una antigua casona en las afueras del pueblo, por el sólo hecho que su esposa no quería vivir en el fundo. Pero el viejo hombre de campo pasaba la mayor parte del tiempo en sus negocios y el fundo, además era el presidente del club de huasos.

Un buen día, cuando Carlitos salía furtivamente de la casa de don Fulgencio, fue sorprendido por doña Edelmira que venía de la casa de su hermana. Ya era tarde y la vieja se caracterizaba por ser zorra y copuchenta. Rápidamente corrió el rumor en el pueblo. Pero no pasó de ser un rumor, hasta que Carlitos dejó un recuerdo involuntariamente. Se le quedó un calcetín por vestirse caminando.

Don Fulgencio encontró la prueba y quedó cachudo. De hecho hace rato que era un cachudo jojo.

Hizo la guardia como tres días, hasta que sorprendió a un tipo que entraba sigilosamente a la casa. Pero no lo pudo identificar.

El viejo entró con la huasca en ristre a su casa, el dormitorio estaba en el segundo piso.

La mujer asustada le dice a Carlitos que se tire por la ventana al patio trasero. Ya era de noche y oscuro.

Cierra rápido la ventana y se hace la desentendida.

-¡¡¡¿Dónde está el maldito... dime dónde está?!!!

No sé que hablas Fulgencio, acá no hay nadie.

El viejo abre la ventana y no ve movimiento alguno en el patio. Estaba muy oscuro debido a una noche sin luna.

Baja hasta la cocina y toma su vieja escopeta. Sale al patio.

La mujer desde la ventana le grita que tenga cuidado con el pozo, que todavía no lo van a arreglar.

El huaso bruto camina con cuidado, mira a todos lados y no ve ningún movimiento. Se queda un rato esperando. No pasa nada.

-¡De aquí no te vas sin un balazo hueón!

Carlitos está en el pozo, literalmente con la mierda hasta el cuello. Desde la ventana cayó al pozo séptico que estaba roto.

Estuvo dos horas en el más asqueroso baño de mierda. Cayó con la ropa en la mano, por lo que ya no le servía. Luego de salir caminó desnudo hasta el río. Era invierno y el agua era hielo. Pero cada respiro era una vomitada. Se bañó un buen rato. Pero se sentía con olor a mierda. Caminó a su casa por la oscuridad de la madrugada.

Entró por la puerta trasera, casi sin hacer ruido. Su madre se despertó y fue a ver que pasaba. El joven tenorio sólo atina a decir que está mal de la guata. Se vuelve a bañar, pero sigue con el olor a mierda. Es horrible el maldito olor.

Sintió por varias noches el maldito olor. De algún modo seguía con él, como impregando en su cuerpo. El olor a caca lo acompañó tanto tiempo que nunca más se atrevió a conquistar una doña casada.

Luego de algunos años y cuando ya había olvidado aquel triste percance Carlitos encontró una buena chica y se casó. Tuvo varios hijos y llegó el alcantarillado al pueblo, es decir, nunca más pozos negros atiborrados de caca.

Fulgencio nunca supo que Carlitos fue el patas negras y doña Elsa aún resopla y se retuerce cuando recuerda las cálidas visitas de nuestro héroe.