07 febrero 2006

La caca social que se viene

Enviado por: Luchito.

Creo que el acto de defecar, que es el depósito de nuestras acciones (como dice el Quijote de La Historia) y aventuras para sostener el casi siempre defectuoso organismo que nos ha tocado en gracia mantener, tiene rasgos sagrados. La caca no se come ni venera (al menos en países como el nuestro), pero se estima con ternura, pues muy pocos podrían negarme en buena ley que el olor de nuestras deposiciones nos parece casi agradable y que el desodorante ambiental lo usamos más bien como un acto de cortesía hacia el prójimo. Es por ello que me atrevo a sostener que, dentro de poco, cagar -¡pero sin pudor!- será el acto más representativo, y también infame, de nuestro progresivo individualismo (la lepra del siglo XXI); y que, mucho más temprano que tarde, nos veremos afectados de una avalancha -no simbólica si no que del todo explícita- de cagadores públicos, que adornarán las grandes alamedas o las espléndidas ciudades de esta desgastada modernidad, con sus longanizas color café. Es cosa de encender el televisor para darse cuenta que el cerril acto de cagar públicamente ya comenzó, y será cada vez más legitimado y menos simbólico.

Defecar a campo traviesa, bajo la sombra de un roble, conversando con los pájaros o con algún perro sagaz, no es un acto reprochable, si no hasta ecológico y poético; pero sí lo es el hecho de que tengan el micrófono seres humanos como Patricia Maldonado (ex amante de Álvaro Corbalán, un genio de la tortura, y uno de los chilenos más admirables después del padre Hurtado), Eduardo Bonvallet o el insigne diputado por La Cisterna, por dar apenas 3 ejemplos de compatriotas que defecan sobre nuestros oídos y triunfan en nuestra amada sociedad.

Esa cagadera socialmente legitimada pronto se volverá general en el reino del ego, que es el de este mundo. Y veremos a sujetos de diversa ralea dejar sus cafeces opiniones en los parques, plazas, centros comerciales, edificios y automóviles del prójimo.

He visto indigentes defecar casi de pie en el cerro Santa Lucía (¿porqué de pie, si lo pueden hacer encuclillados?), y hace algo de tiempo pude ver en Temuco a una mapuche excretando al lado afuera de un supermercado, y sentí que tal vez mi risa diabólica (que me ha pasado la cuenta) era un acto de racismo. Asimismo, tengo un amigo que solía ir a las discoteques a dejar algunas pinceladas de su odio en las paredes de los excusados. He sabido, también, de sujetos descorteces que han defecado en las ollas comunitarias de los pobres y hasta en los altares eclesiales. Pero estos casos, que casi cualquiera calificaría de anómalos, se multiplicarán hasta el infinito, cuando la muerte de la conciencia nos inste a ensuciar todo lo que no sea nuestro. Se cierne sobre el mundo una época implacable, que nosotros mismos construimos, con el vicio, el defecto y el error amparados por la tecnología y la ciencia. Estamos cagados, amigos míos, realmente cagados… y el que espere salvarse -y lo digo con cariño- que vaya a lavarse la raja.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bastante latero el relato. Sale fuera de lo que había leído. Ojalá no sigan esta línea.

Anónimo dijo...

Sí, medio fomeque.

Pero al menos me acordé de un tipo que para no contaminar el agua cagaba en el patio de su casa...Bueh, también se prostituía, para explotarse a si mismo...Medio friki él.


Saluos.

Anónimo dijo...

Y qué pasó con el comité evaluador de historias acá?
En resumen puedo describir el relato como largo, fome pero malo.
En cuanto a las pinceladas de odio del amigo mencionado, el defecar en ollas comunes, etc.... me parece haber escuchado que algunos ladrones luego de entrar a las casas y desvalijarlas cagan en algún lugar visible, para dejar en claro que te cagaron.

Anónimo dijo...

Ohhhh, si. A un amigo le entraron a robar. Se llevaron practicamente too. Y echaron la cagá en el patio... La huea cuatica.

Lo cagaron dos veces....que mala.

Anónimo dijo...

Debut y despedida de Luchito.