20 febrero 2006

Sufriendo en el supermercado

Enviado por: Don Lucas.

Sábado cualquiera, cerca de las cinco de la tarde. A esa hora, figuraba echado sobre la cama, control remoto en mano reposando de un almuerzo como Dios manda. Después de comer porquerías de lunes a viernes, a la vuelta de la oficina, el fin de semana se imponía una ingesta adecuada: un buen costillar de chancho al horno, puré picante, un par de ensaladas y casi una botella de tinto. De postre medio melón y una piscola de bajativo. Quedé a guata pará, pochito, como dirían por mis tierras cachapoalinas.

Así estaba yo, relajado, dándole tiempo a mis jugos gástricos y a su labor. Ya había liberado un par de peos, cuando irrumpe la cantarina voz de mi amada esposa. “Gordito, vamos al Jumbo”, fue su invitación inexcusable. “Vamos”, dije de mala gana, pero con la vana esperanza de que el trámite sería breve. Craso error. Carro en mano, mi mujer sacó una lista interminable de útiles para el cabro chico, que entra a prekinder, pero sale más caro que tener un hijo en Medicina. En fin, nada qué hacer, había que apechugar.

Estábamos en un pasillo lleno de lápices, blocks de dibujo y cartulinas cuando comenzaron los primeros retorcijones. Fue el primer aviso de mi estómago. Minutos después sentí una leve, pero sostenida presión interna. El torpedo ya estaba cargado y listo para salir. Justo ahora, en que mi mujer se debatía entre comprarle una mochila de Mickey o una de Winnie Pooh. “Ese oso es muy maraco”, le espeté, apretando el poto con el mayor disimulo. Sin embargo, el mojón siguió ahí, golpeando la puerta. “Vamos por el papel lustre”, dijo indiferente, sin notar mi aflicción. Me afirmé del carro y comencé a dar pasos cortos, mientras el ataque de caca seguía en gestación.

Miré hacia el fondo de las cajas, buscando un baño. Sabía que si seguía así iba a terminar cagándome en pleno supermercado, rodeado de útiles escolares. Lo peor iba a ser la segura reprobación de mi primera dama –“puta que eres chancho”- y las miradas de desprecio del resto de los clientes. Como si los huevones nunca hicieran caca; como si el hecho de vivir en un condominio cerca de la viña Cousiño Macul los liberara del muy humano y sagrado hábito de sentarse en el water. Me vi ahí, en medio de una ruma de cuadernos en oferta, parado al lado de mi plasta, con una pierna chorreada y el traje de baño gris manchado. Casi podía sentir el olor. No. Debo aguantarme, me mentalicé. Pero la presión seguía ahí, con retorcijones cada vez más fuertes. Me iba a destapar en cualquier momento.

Mi sensación se agudizó más aún cuando saqué un paquete de greda. Era blando y cafecito. Un verdadero mojón cuadrado, de un kilo, envuelto en una bolsa transparente. Si alguien cree que hubo sugestión, está en lo cierto. Sentí como si estuviera inflando un globo por el culo. Con estallido y todo. Me llevé una mano a la raja, estaba seca. El traje de baño seguía incólume. “Fue peo”, me dije aliviado. Hasta que olí el perfume. Comenzó a expandirse, como el hongo de una explosión nuclear. De reojo vi a una vieja arriscando la nariz a mi lado. “Pucha que están caros los pinceles, señora”, fue lo único que se me ocurrió y huí. Fue una idiotez, es cierto, pero qué iba a hacer.

Lamentablemente, el alivio fue sólo momentáneo. El martilleo en mi intestino volvió. Retomé la marcha con pasos cortitos. Ni mi mujer con sus ocho meses y medio de embarazo caminaba tan lento. Sin embargo, yo me sentía a punto de parir, en cualquier momento. El carro estaba casi lleno. Igual que yo, con un zurullo próximo a salir volando. “¿Queda mucho? Estoy que me cago”, pregunté con timidez a mi media naranja. “Aguántate –respondió- compro unas cositas para la once y vamos”. Cresta, esas “cositas” para la once podrían demorarnos al menos media hora más.

Así no más fue. Pasamos por caja. Otro suplicio: “Oye, Juani cuál es el código de estos lápices, que no tienen barra”. “No sé, búscalo en el libro”, responde la cajera vecina sin levantar la vista. Y yo ahí, con el mojón apretado hacía más de una hora, maldiciendo una y otra vez mi mala cueva, literal, recordando mi plácido descanso previo en cama, que esperaba culminar sentado en mi baño, tranquilo, con una revista en la mano y un cigarro. Así da gusto cagar. Pero no. Tuve que salir rajado desde la caja al baño del supermercado, me desabroché el short con las manos tiritonas y me senté.

Sentí que el tronco de mierda cayó antes de que mis cachetes tocaran la taza del water. Y sonó –“plosh”- y saltó agua que me mojó la raja. Todo mal. El tiempo pareció detenerse mientras caían un par de zurullos más. Más chicos, pero igual de consistentes y fragantes. Igual confieso que fue un alivio. No tenía la comodidad de mi baño, es cierto, pero al fin había cagado, expulsando al incómodo mojón y sus acompañantes, cuya presencia me había torturado durante una hora y media. Incluso conseguí sentir esa sensación de alivio, que sigue siempre a la cagada dificultosa. Todo bien, ahora.

“¡Chucha, mi gordita!”, en medio de mi éxtasis post plasta recordé que había dejado a mi mujer con un carro lleno de bolsas. Me limpié-sequé el culo en dos tiempos, me subí el trajebaño y salí. Me estaba lavando las manos, cuando se abre la puerta y me encuentro cara a cara con la vieja de los pinceles, esta vez con su nariz totalmente arrugada y una mueca de asco en su cara. “Huevón roto”, me gruñó. La eludí, cobardemente, y otra vez huí. Sin decir palabra. Era el baño de mujeres. Y qué. Era una emergencia, me autoconsolé. Y fui al encuentro de mi señora, que aún me esperaba en la caja. “Estamos listos”, dije, con una sonrisa.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Conozco una persona que tiene la mala costumbre de accionar el mecanismo de liberación willezca cada vez que está en el supermercado.
"Mira, se me pararon los pelos", me dice. :D

Está güena la historia, felicitaciones a quienquieraquesea el creador...! :D

y el blog sigue pulentors, yo lo sigo publicitando :polvodestrellas:

Pavivina dijo...

jajajaj excelenteeee...muy divertido

Anónimo dijo...

jajajaja que manera de reir, muy bueno felicitaciones...

Cla dijo...

Me gustaría decir jocoso, pero me contengo :P.

Nah... divertío...Lo mejor, es ke no sé pq, pero me logro imaginar la cara de asco de la vieja.
A veces creo ke la gente es muy grave... pq te trató de roto?... por haberla dejado con el hedor... (ke más que roto, serías cochino)... o por ser volao y entrar al baño de minas (que no tiene nada de roto, sólo despistado por la urgencia).

Francisca dijo...

jajaja me encantó este blog es muy bueno.
Yo tengo una anécdota u.u
Resuuuulta que un día de semana, venía de mi colegio, i mientras iba en el bus, me dieron unas anciadas ganas de cagar-ke porcierto en el colegio no lo hice pk no habia papel higiénico-, justo ese dia no venia mi hermano conmigo, ya que se quedo en el colegio, no tenia llaves, estaba apurada por cagar, tenemos una puerta atras en el patio... i ke se puede llegar hasta alla sin ningun problema... estaba todo cerrado... mi madre no estaba, QUE HACÍA DIOS MIO!!... trataba de abrir la ventana (ia ke tiene truco xD) pero no podia! tenia muchas ganas de expulsar todo eso... hasta ke decidi algo hacer... me fui tras un arbolito... i kague ahi!... ha sido lo mas askeroso de toda la vida... kagar en mi patio... no se cmo lo hice.. no me manche nada... i por suerte tenia pañuelitos en mi mochila... (ke tonta.. no se me okurrio okuparlos en el colegio) me limpie... todo.. i mi gato llego a inspeccionar que habia hecho... que era eso que habia salido de mi... i lo olia... i me senti mal... mi gato es muy ingenuo... y waa.... eso ^^
Debo decir ke fue askeroso... i por cierto... mi hijo lo tire a la otra casa xD... que odinaria... pero no supe ke otra kosa hacer.
Esto fue el año pasado... fue tan divertido...
Al final pude abrir la ventana... ia ke estaba mas trankila uff...
Saludos!!!