29 marzo 2006

Sexo extremo

Por: Enrikín.

A mis 22 años llevaba 3 trabajando en el oficio más antiguo del mundo. No precisamente porque me gustara. Fui mala para estudiar desde chica, vivía sólo con mi mamá y a los 15 ya tenía un cuerpo que dejaba locos a los hombres.

Así, a los 19 me reclutó una tía que atendía sólo a hombres poderosos del barrio alto. Me hizo algunos arreglos. Según ella fueron menos que los de las otras niñas porque “se nota que tú eres de buena raza cabra, debes tener sangre gringa”, me dijo la doña.

Una vez reclutada, estuve tres años en el negocio hasta aquel nefasto día en el que conocí al “viejo loco”, como le decían las otras chicas.

Fueron tres años de privilegios porque la doña me agarró cariño.

-Ya va a llegar otra princesita y la vieja te va a olvidar. Me decía la Paullette, que era una de las más antiguas y había sido la regalona de la vieja alguna vez.

Mis clientes no pedían nada raro. A veces lencería de látex, otros que les gustaba la cascada con champaña, algunos que sólo miraban como me revolcaba con sus mujeres. La verdad que nada fuera de lugar en este ambiente.

Hasta el día que me enviaron donde aquel extraño cliente. La tía ya tenía “princesita” nueva y las otras me miraban con sonrisas de burla.

La casa era espectacular. Parecía un castillo y estaba al final de un camino en un cerro. En el portón de entrada habían cámaras y en el jardín varios perros que no ladraban, sólo observaban con cara de pocos amigos.

Abre la puerta un mayordomo. Me saluda y me dice adelante. Me acompaña hasta una habitación. Todo el lugar es muy lujoso, pero no muy bonito, parece una iglesia. “Así debe vivir la gente rica...”, pienso.

El cuarto era bellísimo, una gran cama con sábanas doradas, nunca en mi vida había visto sábanas doradas. En un sillón grande y antiguo había un hermoso vestido y lencería francesa.

La música era suave y parecía que cantaban ángeles. Me desnudo y visto con la ropa del sillón. Me miro en los espejos. Cierro los ojos e imagino que soy una estrella de cine.

-Te vez hermosa pequeña.

Una voz ronca y pastosa me despierta del sueño de película. Es un hombre mayor, pero atractivo, alto y bronceado, Se nota que cuida su cuerpo.

El hombre baja las luces y comienza a seducirme. Pronto caigo en su juego. Es lento, pero muy sensual. Me da un licor cremoso para beber. Le digo que no puedo beber y él me dice que por lo que paga ninguna chica de la doña se debe negar a sus pedidos.

Comienza a desnudarme, me toca, juega con mi cuerpo, pero el viejo es suave y delicado con sus manos, sabe donde ponerlas.

En ningún momento me pide que lo bese. Tampoco exige fellatio. Comienzo a sentir desconfianza cuando tampoco busca penetración.

De pronto se hunde en mi vagina y comienza a pasar su lengua. Lo hace bien o al menos me hace sentir cosas. Me gusta y me dejo llevar.

Ningún tipo o mujer había encontrado esos lugares inexplorados de mi cuerpo. Era bueno el anciano en eso.

Luego de unos minutos me pide que haga pipí en su cara. Me espanto, pero él me trata con suavidad y casi hipnotizada por su voz accedo sin darme cuenta. El viejo está en éxtasis, siento como traga el amarillo líquido. Siento asco, pero sigo entregada a sus peticiones.

Luego me comienza a besar el culo, lo acaricia y de pronto me pide que haga caca sobre su cara. ¡Dios!, No lo puedo creer, quién es este hombre.

Resumiendo, hice todo lo que me pidió. El tipo bebió mi orina y se comió mi caca, luego de eso eyaculó, me pagó y dibujó una horrible sonrisa en su rostro, una mueca que jamás olvidaré. Yo me vestí, me fui y nunca más volví a prostituirme. Ya han pasado varios años de eso, trato de olvidar pero no puedo y sólo deseo que ninguna joven vuelva pasar por eso, es asqueroso.

N. del E.: Esta historia llegó en forma de relato al mail por un lector o lectora anónimo del blog. Igual sufrió la transformación a primera persona y además Enrikín le puso algo de su cosecha en materia literaria. Sigan leyendo nuestras fomedades caquísticas estimados amiguis del blog.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mmmm...hubiese preferido el relato original. Pero bueno, ustedes mandan :)
Cuática la historia, lo del meao ya era musho, pero comerse la mierda...PUAJ!!! En realidad, nunca la he probado, quizas tenga algún sabor especial la cagá.

En fin, me alegro que se haya salido esta mina... es raro...me dejo contento el final :)

Shau

Anónimo dijo...

esa wea es muy enferma..
muy wena redaccion!!